La suavidad que acompañó la dura habitación de mis dolores, alberga los colores y designios de aquellos que pretenden cambiar el mundo en un cuarto de segundo. Con un papel, lápiz y pocos años a cuestas, comencé a sentir los primeros latidos del corazón. Algo que luego entre desvelos y misterios, se fue convirtiendo en mi gran secreto. Tan así de inmenso que hoy por fin deseo compartirlo. Pero todo este sueño me produce pánico. De todas formas, ahí va…
lunes, 7 de noviembre de 2011
El Error
Todo ocurrió un día de esos interminables de lluvia. En el tiempo en que las noches eran aún largas y los vientos se hacían de hielo.
Esa mañana floreció de forma mágica el rosal, y el aire frio se impregnó de todo su aroma. Ese día también floreció el ciruelo y despertaron los caracoles del jardín de la casa.
Al ver esto, sentí que aún no despertaba del sueño. Creí en el error de mis ojos y poco duro aquel espejismo. Pero gracias a ese error, el rosal, el ciruelo y los caracoles pudieron creer que alguna vez se acabaría el invierno.
Y yo también.
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