lunes, 7 de noviembre de 2011

El Error


Todo ocurrió un día de esos interminables de lluvia. En el tiempo en que las noches eran aún largas y los vientos se hacían de hielo.

Esa mañana floreció de forma mágica el rosal, y el aire frio se impregnó de todo su aroma. Ese día también floreció el ciruelo y despertaron los caracoles del jardín de la casa.

Al ver esto, sentí que aún no despertaba del sueño. Creí en el error de mis ojos y poco duro aquel espejismo. Pero gracias a ese error, el rosal, el ciruelo y los caracoles pudieron creer que alguna vez se acabaría el invierno.
Y yo también.

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