La suavidad que acompañó la dura habitación de mis dolores, alberga los colores y designios de aquellos que pretenden cambiar el mundo en un cuarto de segundo. Con un papel, lápiz y pocos años a cuestas, comencé a sentir los primeros latidos del corazón. Algo que luego entre desvelos y misterios, se fue convirtiendo en mi gran secreto. Tan así de inmenso que hoy por fin deseo compartirlo. Pero todo este sueño me produce pánico. De todas formas, ahí va…
lunes, 24 de octubre de 2011
El Espejo
El espejo narra la historia de una tarde de septiembre. En ella se cuenta que ha pasado un tiempo desde que se encontraron aquella tarde. Ellos han recorrido las calles y contemplado como los muros pueden gritar en silencio. Sus manos se juntaron y surgió la infinita fuerza de los que creen en los sueños. De esta forma fue como comenzaron a volar. Coincidentemente, aterrizaron en esta vida, en algún punto de esta metrópolis esquizofrénica y ansiosa de consumir. La vida los hizo coincidir en unos de sus paraderos, entre una de sus tantas vías y de esta manera esta debe haber tomado el camino correcto.
Hoy se encuentran aquí, inmersos de lleno en la aldea global, instalados en sus callecitas, y se propusieron aportarse el uno al otro, y también aportar a los demás lo que sus manos pudiesen entregar. A juicio de estos amantes, el arma más poderosa. Caen en la agonía de una cama desenfrenada. El placer, los impulsos y tantas ganas de amar. Lloran por el tiempo perdido y se vuelven a rehacer. Siempre con la esperanza de que unidos pueden llegar más lejos.
Apostando a la libertad de pensamiento, diría que ellos sienten lo mismo que yo estoy sintiendo. O debe ser que la historia que acabo de narrar es solo el reflejo de mi alegría, mientras miro mis canas en este espejo.
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