
Es hermosa, aunque yo creo que no lo sabe. Siempre sube en las mañanas, una estación después que yo. Conscientemente la espero, no puedo ni quiero mentirles. Se sienta y empieza con su cambio: algo de base, cremas, pinturas, un poco de sombra y lápiz de ojos. Hay días en que no la encuentro, puede que se me haya perdido entre tanta gente o debe ir en otro tren. Pero hoy la vi, y es hermosa.
Sigue con sus pestañas, y luego de diez estaciones termina cambiando el suave color de sus labios. Es hermosa y no lo sabe.
Pero yo lo sé, porque la veo cada día antes de su transformación.
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