sábado, 24 de septiembre de 2011

De Madera y Clorofila



El solo quería tocar el cielo. Sus padres engendraron su semilla amparados en el secreto de la vida. Sus ancestros fueron quienes cosecharon el fruto y arrancaron su placenta desde el bendito pubis de una gota de agua. Y de esta forma dio a luz y así broto la flor.

Siempre estuvo convencido de que sería tan alto como soñó. Pero paso el tiempo, y el corazón de madera seguía esperando. Los inviernos pasaron uno tras otro, aguardando que la profecía se cumpliese, pero las arrugas de su piel echaron abajo sus lagañas y comprendió el paso del tiempo.

Hoy se encuentra en medio de la nada, tratando de convencerse de que su destino aún no está escrito. Reflexiona, juega con el viento y a la vez comprende que las ilusiones son fáciles de hacer y que tal vez soñó demasiado.

Hoy se dedica a repartir alegrías y cuida de los enamorados. Además alimenta la tierra, reparte aire y juega con las hormigas, mientras yo contemplo impávido tratando de aprender la lección.

Me acerco para despedirme y tratar de empapar mi corazón de clorofila, quiero que cambie de color. Pero fugazmente deja caer una de sus tiernas hojas, la más hermosa de todas. En ella se encuentra grabada esta historia, que gentilmente recogí, la guarde en mi libro y la lleve conmigo.