La suavidad que acompañó la dura habitación de mis dolores, alberga los colores y designios de aquellos que pretenden cambiar el mundo en un cuarto de segundo. Con un papel, lápiz y pocos años a cuestas, comencé a sentir los primeros latidos del corazón. Algo que luego entre desvelos y misterios, se fue convirtiendo en mi gran secreto. Tan así de inmenso que hoy por fin deseo compartirlo. Pero todo este sueño me produce pánico. De todas formas, ahí va…
martes, 12 de octubre de 2010
La Fuga
A pesar de este escenario algo perturbado, siempre guardo una pequeña esperanza. Mantengo la fe ciega e intacta en lo que me depara cada esquina; miro los televisores, y solo veo puñados de gente queriendo escapar de esta cruda realidad.
Camino por los espacios cívicos, tratando de buscar lo que nos queda de identidad, escarbando en busca de algún gesto solidario, que pueda devolverme la esperanza en esta melancólica tarde de octubre.
En las identidades individuales, puedo ver personas anónimas y consecuentes. En la identidad social, veo solo un desierto. Trato de huir, hundo mis costillas y corro en busca de un suave asilo que libere el triste calvario en que me encuentro.
Emprendo la fuga, me aferro a la suerte y evalúo todas las alternativas de supervivencia. Permanezco quieto, y pienso en las posibilidades que existen para cada uno de remediar sus propios fantasmas.
Así contemplo Santiago. Una ciudad nostálgica en búsqueda de su propio pasado, perdido entre las galerías del centro, esa red de pasillos interconectados tan única en el mundo. Esta ciudad es la posibilidad del tránsito, el espacio compartido en el que es posible esperar un cambio. Una ciudad en transformación, en recuerdo de su dominio, un bar antiguo, un kiosko, baldosas y estatuas de bronce.
Veo todo este Santiago a través de una ventana, mediante un plano general en que contemplo cada uno de estos detalles. Sus calles son con apellido, reconocibles a primera, son sitios patrimoniales. Calles en las que al parecer es posible mirar hacia un futuro algo menos confuso y algo más luminoso. Con una cierta fe de por medio, en que las cosas eventualmente estarán mejores. O al menos, que podrían estarlo.
jueves, 11 de marzo de 2010
Nada Especial...
Esta mañana me desperté de inmediato. Pude conciliar el sueño solo con la ayuda de pastillas. Extrañamente inquieto doy un salto al vacío y me levanto. Me miro al espejo, y veo el rostro opaco e inerte que me regala esta mañana; Que ganas de quedarme otro momento abrazado entre las sabanas. Me preparo algo parecido a un desayuno, mientras escucho coincidentemente la canción de Manuel - Azúcar al café -. Preparo mi viejo bolso de cuero, empaco algunas cosas, un lápiz y un papel, la Bip, y un puñado de ilusiones.
Así comienza este día, me desprendo de las penas y empiezo a caminar. Mirando las nubes en el cielo contemplo el amanecer. Me pregunto mas allá ¿Por que tanta prisa?. Me detengo por un instante y me quedo sentado en la cuneta de una calle llamada vida. Comienzo a mirar a mí alrededor y doy gracias por permitirme este momento, por permitirme este frío, por poder sentir las gotas de rocío de una lluvia que no sabe si caer, o quedarse esperando hasta la noche para hacerlo.
Mientras contemplo con detención el mundo, veo que aquí afuera todo es un carnaval. Miro la gente correr, ya serán las 08:00 AM, hora de llegar al trabajo, hora de vivir sueños ajenos, de soñar sueños ajenos. Miro las estatuas de los héroes de bronce que adornan esta ciudad, y a mí, ni me importan; Total, ahora quedamos los de verdad, los de carne y hueso, los que tenemos las manos gastadas y la memoria sumida entre recuerdos metalizados.
El viento me trae ideas “La Culpa de todo, la tiene la culpa “. Que genial, una idea tonta y poco rebuscada, pero no importa. Total el día de hoy puedo decir tanta idiotez, que me podría tomar licencia de maldecir hasta el cielo. Sigo alerta, reciclo lo mejor de mí y comienzo a tratar de escribir un nuevo día, con pocas lucas pero con mucho corazón. Una historia real de pies a cabeza, como el dolor, la alegría, como el día de hoy. Las ilusiones nos hacen vivir. Como se ve, nada especial. Y no se por que quiero puro reír, cantar, todo el rato silbar cuantas veces sea necesario.
Hoy, sin quererlo, me encontré con un día hermoso. Estoy inmerso en el gris medio de la metrópolis y solo tengo ganas de comprar unos caramelos con forma de corazones. Quiero quedarme aquí por un rato más. Miro el paisaje, y sigo contemplando todo lo que pasa a mi alrededor. Autos, faroles, kioscos, faldas. Mis manos ya no tienen frío, percibo como se me escapan una penas. La ciudad me acompaña y me deja soñar.
Oh!, son las 8:15, hora de partir. Creo que una vez mas llegare tarde a la rutina. Me sacudo el pantalón y preparo mi caminar al encuentro de mi inexorable destino. Solo me regalo unas palabras al fin y al cabo - Date el tiempo y vuelve a soñar - Solo soy un pasajero mas de este tren llamado vida.
sábado, 2 de enero de 2010
MIMO (Retrato de un afuerino en la capital)
Daniel Cantillana Zazzalli, joven Estudiante de Pedagogía en Historia y Geografía de la UCSH, ó Mimo Chaplin para los transeuntes y espectadores.
Hace tres años llego a la capital este afuerino, proveniente de la comuna de Limache en la V región, trayendo consigo una maleta llena de sueños y proyectos. Es el menor de tres hermanos, y llegó a Santiago en busca de su sueño y vocación: Ser profesor.
La vida de este Limachino se ha caracterizado por el esfuerzo y el sacrificio, en unos años plagados de aventuras en la capital; una ciudad a la que ha sabido adaptarse y a sortear con éxito las pruebas que a diario le entrega la vida. Pués a este artista de las calles, como a todos quienes trabajan en ellas, es una caja de pandora el día de mañana.
Este personaje no nació de casualidad. Según el mismo comentara, "fue fruto de la desesperación y la soledad en los primeros meses en Santiago". Escaseaba el dinero, no tenia donde vivir. De esta forma unas cremas, un lapiz de ojos y un sombrero, sirvieron de aliados en aquellos duros momentos.
Así, este personaje comenzó a ser parte de un universo de artistas callejeros, que a diario invaden las calles de Santiago, una ciudad "Muy Loca", como él le llama, y de la cual se siente encantado.
Siente que el periodo mas fuerte quedo atrás, ya es pasado y lo recuerda con nostalgia. Las lagrimas y el sacrificio han servido para crecer y ser mejor persona. Los golpes de aquellos transeúntes malhumorados tambien han sido parte importante en su progreso y desarrollo, como asi también cada garabato, cada burla y cada humillación. Claro, quien de nosotros no ha maldecido encontrarse con un mimo, soportar ser burla y objeto de risa para quienes disfrutan con deleite la desgracia ajena. "...A la gente le gusta y goza riendose del vecino, pero le carga que se rian de él...", nos cuenta.
Muchas personas le gritan "Vago", y creen que este mimo vive en un eterno carnaval. Olvidan que detras de ese personaje burlesco y desvergonzado se encuentra un hombre agobiado por enormes tristezas. Un joven con sueños, con proyectos y quizas con una vida mas sacrificada que la de cualquiera de nosostros.
El siguiente trabajo es una muestra de la cotidianidad en su vida, fotografías que muestran parte de la rutina mas real y mas poco conocida de Daniel, un amigo, ya que es imposible despues de haber compartido este proyecto, no llamarlo así.
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